En uno de esos sábados lluviosos y fríos que hace poco tuvimos que soportar, sólo dos palabras lograban romper la capa de hielo que parecía cubrir mi cabeza: Don Juan.
Así que me aseguré de no olvidar ponerme todos los suéteres que tengo y salí rumbo a la esquina de Revolución con Barranca del Muerto.
Don Juan y su restaurante, Casa Juan, son famosos por preparar una de las mejores paellas de la ciudad, pero en un día tan frío, lo que mi estómago buscaba era el calor reconforte de uno de sus platillos menos célebres pero igualmente bueno, una humeante y sustanciosa fabada.
Como el local se distingue por su comida y no por su ambiente, pedí mi fabada para llevar junto con una orden de caracoles y otra más de manitas de cerdo. Con sólo imaginar la comida que se aproximaba empecé a entrar en calor.
Ya en casa saqué una olla grande, vertí ahí la fabada y la puse a recalentar a fuego muy muy lento, por casi 40 minutos. Quería que al partir cada haba, cada trozo de chorizo o morcilla saliera humo (por cierto, no conozco una sola mujer a la que le guste la morcilla. ¿por qué será?).
La mesa se veía espectacular; fabada humeante y caliente hasta los huesos, caracoles en una salsa que también despedía humo y un Protos Reserva 2003 (gracias Lucero) para hacerle honor a un festín ideal para contraarestar la temporada. Ya quiero que vuelva a hacer frío.
Casa Juan: Revolucion 1225, tel. 56800797. Entiendo que también hay una sucursal en Newton 186-b, Polanco
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