A G.L. por el 30 aniversario de Star Wars,
la trilogía que marcó mi infancia y atasco mi cuarto de juguetes
Me sentí Luke Skywalker buscando a Yoda. Sobre la blanca tundra de mi correo electrónico recibí de un lector un misterioso mensaje a la Obi-Wan Kenobi: Debes ir al mercado de la colonia Del Valle; ahí encontrarás a Salvador, el campeón nacional de baristas que despacha en un café llamado Passmar.
Y así como Luke dudó de la posibilidad de encontrar al más grande de los Jedi en un planeta pantano, yo dudé de encontrar al mejor barista de México en un mercado en la Del Valle.
La idea era tan descabellada que de inmediato me lancé a descifrar el misterio. Tomé mi X-Wing de cuatro ruedas y me dirigí a la esquina de Avenida Coyoacán y Concepción Béistegui donde se encuentra el mercado Lázaro Cárdenas. Durante todo el camino traté de buscar una explicación; seguramente la cafetería está cerca del mercado y no en el mercado... ahora, si efectivamente es parte de éste, apuesto a que se trata de un local que da a la calle.
Al llegar a mi destino busqué en los alrededores y sólo vi dudosos restaurates-bares. Caminé alrededor del mercado y lo único que encontré fue una lonchería que ofrecía café americano. Seguí dos cuadras más y cuando llegué a un Café Sito supe que mis dos teorías eran equivocadas. Volví sobre mis pasos y me detuve frente a la entrada principal del mercado; entré con la misma incredulidad que Luke al acuatizar en Dagobah.
No había nada que me indicara que ahí dentro hubiera una cafetería, así que interrumpí la disertación sobre estambres de un grupo de señoras en una botonería y pregunté por el Passmar. Para mi sorpresa, sabían de lo que estaba hablando: "¿Ve usted ese foco para los chicharrones? Tome el pasillo a la izquierda".
Dos minutos más tarde descubrí que el Passmar sí existe y que como buen
local de mercado ya estaba cerrando a pesar de ser las 6:30 de la
tarde, hora pico para cualquier cafetería.
Pregunté por el famoso
Salvador y resultó que no estaba. Pero no importó porque estaba Omar y
si así prepara los lattes el alumno, ya me imagino cómo le quedarán al
maestro, quien me dijeron viajó a Estados Unidos como parte de su
preparación rumbo al World Barista Championship que se realizará en Tokio, en julio.
Así que ahí estaba yo, disfrutando del paisaje orquestado por unas
piñatas en forma de dinosaurio y un puesto de frutas, frente a un huacal repleto
de tomates, tomando un latte perfecto.
Tan perfecto que aunque éste desaparecía sorbo tras sorbo de refinado sabor, la rosetta persistió hasta el final. Tan perfecto que semejante placer sólo me costó 18 pesos.
Luego vino un descubrimiento más: el platillo con el que Salvador terminó por amarrar el campeonato nacional de baristas. Una natilla exprés que se prepara al momento y que es una verdadera delicia, primero a la vista y luego al paladar.
Así, de incredulidad tras incredulidad se me fue lo que restaba de una tarde para repetir. Sobre todo porque aún debo conocer a Salvador y probar sus creaciones.
Terminé mi postre y como Luke al abandonar Dagobah, prometí volver sintiendo que la Fuerza estaba conmigo.
Anexo 1
Porque conocer es disfrutar más, adjunto este excelente artículo sobre el café publicado en The Economist, titulado "In Search of a Perfect Cup". Gracias Juan por compartirlo.
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Anexo 2
¿Dónde se consigue la mejor pizza de la Ciudad? Agradezco de nuevo su ayuda.
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