Tarde de sábado y la comida prometía muy poco. No podíamos salir a un restaurante y el refrigerador no me daba con qué cocinar algo medianamente rico. Mis opciones se reducían a pedir a domicilio o a ir por algo para comer en casa.
El problema añadido es que desde que me mudé de la Condesa mis opciones de comida para llevar prácticamente se reducen a las de cualquier mortal, léase pizzas, sushi y hamburguesa de franquicia, y me niego (por eso pronto regresaré a mi terruño de siempre).
No es que por aquí no haya opciones en absoluto, tampoco me puedo quejar a fondo teniendo cerca una sucursal del Al Andaluz (libanés), el Nagaoka, Suntory (japoneses) e Il Saggio, donde preparan unas pizzas espectaculares. Pero después de repetirlos tantas veces...
Para resolver mejor el dilema, me serví un mezcal Alipús de San Andrés y unas aceitunas rellenas de queso feta. Dio resultado.
Sólo una vez antes había probado la torta de pulpitos de La Barraca Valenciana. No porque no se me volviera a antojar sino porque te dejan un aliento a ajo que te imposibilita socializar. La torta es un placer solo apto para ermitaños o para parejas que acuerden comer lo mismo.
Ese día M y yo no teníamos más planes que estar a solas en casa así que era mi oportunidad.
El entusiasmo me tuvo en pocos minutos frente al local de Monterrey 220 esquina Tapachula. Y como no todos los días son días de tortas de la Barraca aproveché para llevarme, además de la de pulpos, una de chorizo, una de bacalao y otra de berenjena, junto con una orden de suculentas papas bravas.
Lo que siguió fueron 24 ajosas horas de placer. Dos minutos después de subirme al coche con el pedido, tuve que abrir las ventanas para mitigar el olor que se concentraba en la cabina. Ya en casa la explosión en boca de los pulpos cargados de ajo, el chorizo, cargado de ajo y una cerveza León helada. El paraíso.
Dejé pasar cinco horas y volví al ataque. Ahora con una copa de tinto de mesa siguió una verdaderamente suculenta torta de bacalao y una más de berenjena.
Sí, el ajo me encanta y comería más si no fuera porque soy considerado con mis conciudadanos. Así que no podía dejar pasar esa ventana de oportunidad que se abrió el fin de semana. Ahhh si tan sólo me hubieran olido.
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