Intempestivo como es, mi amigo Eugenio H. lanzó su brazo fuera del auto en movimiento para avisar (no pedir, avisar) que cruzaría Eje 5 en trayectoria horizontal ¡ahora!. Las mentadas y claxonazos volaron sobre mi cabeza.
Para mi fortuna, no sólo sobreviví a la imprudencia para esa noche poder besar a mis hijas una vez más, sino que descubrí metros adelante un pequeño y carismático local de pizzas.
Lo divisamos de pronto, desde el otro lado del Eje y la atracción fue tal que Eugenio no dudó en arriesgar nuestras vidas con tal de saber de qué trataba esa pizzería de muros y mesas de madera.
Pasado el susto vino la desilusión, el local estaba a reventar así que decidimos seguir de largo. Pero pasada la desilusión, llegó la esperanza. Metros adelante descubrimos un restaurante italiano de dimensiones discretas pero suficientes para encontrar, ahora sí, una mesa libre.
Nos recibió un espacio sobriamente decorado, de no más de sies o siete mesas. Una mesera simpatiquísima que resultó ser el alma del restaurante nos dio la bienvenida mientras servía a un par de comensales un antipasto de verduras asadas que nos cautivó. No dudamos en tomar asiento y en pedir el plato de verduras sin revisar la carta
Desde ese momento en adelante, la comida se desenvolvió como debía. Una decorosa lista de vinos y una carta con varias pastas, carnes y pescados que dificultaron mi selección de plato fuerte. Para colmo, resultó que la pizzería que originalmente nos entusiasmó era parte del restaurante, así que mis papilas gustativas se debatían entre ordenar un espagueti con aceite de olivo, ajo y almejas, un filete de pez bruja (deliciosa carne blanquísima) en salsa pomodoro o una pizza de con ajo, cebolla, aceitunas, champiñones, salami y prossciutto.
Finalmente me decidí por el espagueti y Eugenio por la pizza, ambas extraordinarias aunque la medalla de la noche se la llevó el antipasti de verduras.
Así que valió la pena haber estado cerca de formar parte de la estadística de accidentes automovilísticos. Sobreviví para contarlo y para volver.
Restaurante Il Saggio / San Francisco 905, col. Del Valle / 56876266
Ver Diario de un aprendiz de sibarita en un mapa ampliado
Últimos comentarios