Como el plan de contratar una cocinera para mi estancia en Acapulco no tuvo eco entre mis compañeros de viaje, a la hora del almuerzo sufrí.
El primer día me tuve que conformar con un cebiche de pescado que compré en una palapa playera; aceptable pero sobre todo olvidable.
El segundo día intenté de nuevo y me fue peor; el pulpo estaba más duro que un chicle pegado (no es que ya haya probado uno, pero me lo imagino).
Así que para el tercer almuerzo de la vacación tomé las cosas en mis manos; fui al super y compré chapatas, sardinas, queso panela y anchoas.
No es lo más cool desenvolver una torta junto a la alberca, pero era eso o seguir con el estómago frustrado, situación inaceptable durante las vacaciones de cualquier aprendiz de sibarita. Ni modo, más vale uncool que malcomido.
No recuerdo dónde leí esta receta de queso panela y anchoas entre un pan chapata, pero estoy seguro de haberla mejorado al añadirle sardinas y tomate untado al estilo pan tomaca.
Se abre una lata de sardinas en aceite de oliva y se frién en una sartén. Una vez doradas, colócalas sobre una chapata tostada a la que previamente le untaste tomate. Cubre las sardinas con tiras de queso panela y éstas con tres o cuatro filetes de anchoas también de primera calidad. Recomiendo las Paraíso de Oriente.
Como toque final, una cerveza helada, vista al mar y la tranquilidad de por fin haber comido un almuerzo decente.
Últimos comentarios